Leer esto mientras se escucha:
«Quizás las letras que se escurren de estos últimos momentos, los que por suerte puedo pasar con usted, se trasforman en la única declaración consciente de mi relación. Que mantengo y mantuve con su cuerpo y su espíritu que, espero, vague eternamente por las paredes de este nuestro dormitorio. Y algunas noches baje las escaleras y se funda en baile con la gran sala tapizada que albergó algunos de nuestros sueños. O se paseé por los cuartos de los pequeños que nunca pudimos tener- pido disculpas por eso- acomodando cada mueble a tu placer, cambiando las sabanas una vez por mes y sacando las telarañas que los años van a dibujar en los rincones altos de la casa.
Y es que ahora la veo tan quieta sentada en el suelo junto a mi silla destruida, escuchando el sonido que esta maquina, mi maquina, hace a cada letra, que se disuelve como la música en el aire infestado del olor pútrido de tu nuevo cuerpo encordado y perfumado.
Tan solo lamento aquel piano destruido bajo el cuadro de mis padres: Olvidado, sangrando en cada cuerda un líquido inmundo con olor a desesperanza y dolor. Porque, aunque me sea difícil de aceptarlo, he dejado de lado muchos de mis amores. Esos que me abandonaron aquella noche en la que desenterré, del sucio espacio que te acosaba, el nuevo cuerpo que me acompaña y me da la fuerza para culminar mis días.
Está bien, reconozco que en tu recuerdo (si es que ha resucitado) no aparece más que mi cuerpo blanco caminando por los pasillos repletos de camas y gritos. En esos supuesto recuerdos, talvez, solo aparece un frío barbijo blanco y mi maletín, mis expedientes. Pero más ahora está el hombre que dio su vida por traerte aquí y dibujar en tu rostro la sonrisa que hoy luces con esplendor.»
La hoja reposa sin cortar en la maquina que parece esperar impaciente. Mientras de la silla cae un nuevo cuerpo casi muerto. En su agonía Carl acerca el cuerpo muerto de su amada y lo abraza como tratando de escaparse de los fantasmas que están acechando la puerta de su hogar.
En su mente se pregunta si termino de escribir la carta, si realmente no tenía una conclusión más acorde. Más bien se lamenta no poder conseguir la eternidad de la que gozan sus historias, sus recetas, las paredes de los hospitales que alguna vez amó y que pronto se volvieron cajas de perfumes y cuerdas de un piano. Un cadáver al que ama con tanta pasión como para desarraigarse, al punto de desaparecer y volverse el dueño de una muerte tan insignificante; pero tan hermosa.
De pronto el sueño que sucumbe en el cuarto nubla su visión, sus ojos se llenan de lagrimas. Acomoda la cabeza en el cadáver y lo abraza rozando una a una las cuerdas que con sutileza lo sostenían. Sus ojos se cierran.
«Ahora nada nos podrá separar, ahora estaremos juntos eternamente»
2 comentarios:
"Yo era Charles alguien"
¿Ves que sos re lindo?
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Reixon y Grace.
(pff)
Esto de nana, me sienta mal.
Sí, te tengo lástima, un montón.
Ñoño.
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