Algunos de los que ayer se consideraron amigos hoy intentan entender el porque de mi alejamiento de los tugurios de aquella cuidad. Y si bien a mi misma me costó bastante tiempo comprender; en estos años, que considero tranquilos, puedo dar alguna que otra explicación interesante. No quiero con este texto dar a entender una tardía disculpa, ni mucho menos una carta de explicación a ellos.
En aquella época conocía solo a dos personas que hacían canciones que me lograban emocionar (de hecho conocía muchas más; me refiero a conocer físicamente: darle la mano, charlar con él). Una de estas está, convengamos, bastante distante de mi concepto de amigo. Sus anhelos dejaban, en mi, mucho que desear (con el tiempo me crucé con gente por el estilo, hoy en día me cuesta poco reconocerlos), siempre bajo banderas y consignas que no podía soportar. Pero la segunda persona tenía algo singular. Mentiría si la idealizara, es mucho más fácil hablar de alguien con la ayuda del tiempo y las herramientas de la escritura. Su mirada no tenía nada especial, ni su estética. No tenía una voz oscura, ni profunda. Dentro de un plano más banal, se podría decir, era una persona intrascendente. Intrascendente.
En una de las paredes los dibujos son guirnaldas,
Los dibujos no los puedo entender.
Los dibujos no los puedo entender.
Desde la tarde que di con ella, no pude concebir que su presencia presentara un conflicto en mi estado de ánimo. No quiero que con esto crean que sufría la tartamudez del nuevo enamorado, ni mucho menos, la sensación era mucho peor. Mis pensamientos se perdían en imágenes incomprensibles e irreales, angustiantes por igual. Me costaba comprender muchas de estas, relacionar ese pensamiento, darle una forma más concreta y tangible. Y eso solo la primera vez.
Mucho tiempo dudé que fuera ella la que causaba ese malestar espiritual. Más me costo relacionarla con los fuertes dolores de pecho y estomago. Pensé que quizás fuera un ser maligno o algo por el estilo ¿Pero solo en su presencia atacaba? Decidí, después de varios encuentros informales, dejar de verla. No por las imágenes (creo que me excitaba la idea de controlarlas) sino por los dolores corporales que se hacían cada vez más fuertes.
Los ojos son baldíos,
En ellos puedo bailar y decirte.
En ellos puedo bailar y decirte.
Quizás fueron muchos los esfuerzos que me acercaron a él, esfuerzos que hoy creo inconcebibles de mi parte. Cada tarde esperaba hora y media frente a la puerta de su casa para verlo salir. En algunas ocasiones inventaba una buena excusa para hablarle, creo que con el tiempo logré que se hiciera un hábito. Se concientemente que no me atraía su persona. Creo, también, que en otras circunstancias hubiera sido una persona que detestaría (no me costaba nada detestar a las personas); pero descubrí en él un detalle que me obligo a acercarme. Teníamos algo en común, algo de lo que solo el y yo podíamos dar cuenta.
Todas las personas quieren formar parte de la sociedad, todos intentan vivir en sociedad. No siempre se logra este cometido, esto se puede deber a dos posibilidades: Ser excluido: Persona que no se siente comprendida por la sociedad que lo circunda o siente rechazo por lo integrantes de la misma, o Ser Excluyentes: Rechazar a la sociedad o no comprenderla, detestar todo lo que ella significa y a todas personas que forman parte de ella.
“Creo que logré darles forma. Mucho tiempo solo las miraba pasar como un torbellino de incoherencias; pero ahora puedo distinguir bien lo que quieren decir. Eso me tranquiliza un poco. Todavía no controlo los dolores en el pecho; pero lo primero está resuelto”
Hay dos espacios entre las orquídeas,
Donde hoy pueden jugar los niños.
Donde hoy pueden jugar los niños.
Si bien nunca entendí las canciones, esa estrofa erizaba mi piel. Saber que las premoniciones que ambos hacíamos se convertían en un manifiesto melancólico e intachable. Dos tardes solo hicieron falta para lograr transportar todo lo que me hacía a otro lugar. Si bien me daba mucho miedo la idea de volver a empezar, yo creía fielmente que ese destino absurdo no era real, e igual me aterraba. Nada de futuro, nada de destino.
Desde lejos se distingue mi sepulcro,
Donde descansa mi otro, donde duermo vivo.
Donde descansa mi otro, donde duermo vivo.
“Hacé un juramento. Nunca más vas a tocar esa canción”
¿Por qué esas palabra? Muerto hoy me entierran.
Cerca de tus esfuerzos, junto a mi canción
Mensaje subliminal 2: Nadie notó el primero; pero.
Cerca de tus esfuerzos, junto a mi canción
Mensaje subliminal 2: Nadie notó el primero; pero.
4 comentarios:
Te gusta mucho esa?
Le querés dar?
Ah?. Mh?
Fuera de tus amoríos evidentes con la protagonista, me gustó.
Casi tanto como vos.
(La canción favorita de...ups.)
Esposooooo, oh.
No seas bobo metete al blog de mammerto es un amigo de la casa para cagarse de risa..
siempre postea asi es un capo juan...
ahora leo el cto.
En serio mamerto TEto es groso
Si , ya se ...me dio darrea tanto Sartre ...pueden pensar que lo amo.
Me moría de ganas de que escribieras desde la perspectiva de una mujer. Te tomaste en serio lo del cambio de sexo, Alfie-gay (léase en la entonación de "alfiler"). Me gustó mucho, pero mucho. Casi tanto como el primero que leí en este blog, uno que hablaba de una mañana que nevó en Mendoza (o Kuala-Lumpur, es lo mismo).
metete en www.revistaenie.com y subí un cuento tuyo donde sale el banner de "misterio". Es un concurso de cuentos. Te obligo, Estorti, te obligo.
ah! Y lo de que sea las dos partes, la visión de ella y la de él...No sé Alfonsina, me gustó mucho la garcha esta, no me la esperaba viniendo de una putita suicida como vos...
Hay juan qu e horror.
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