miércoles, 15 de septiembre de 2010

Extraño la comodidad de mi casa. A veces, solamente extraño la golpeteo de los zapatos en el parquet. A miles de kilómetros de ahí, solamente, puedo mirar por una ventana, a los largos campos de girasol. Al principio creí que iba a ser hermoso estar lejos, solo con mis manos y el silencio, y la gente de las casas. Pero no, yo no soy lo que pienso, ni lo que creo, yo soy cuando pertenezco. Me di cuenta de eso estos días. Y espero cruzar, sin querer, por un sendero que me encante, y quedarme horas ahí, pensando en las colillas de cigarrillo, en las polainas de lana, en lo irremediable. Hoy voy a hacer eso. Voy a intentar cruzarme con las casualidades, a ver si puedo hablar con alguien que sepa quien es Silvio Rodriguez, alguien que se ría de mis chistes, y que el sentimiento de que el viaje está por terminar desaparezca unas horas, al menos.

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