La edad del sol
Te prometo
olvido simple, sin hipérboles, sin llamadas perdidas,
sin gestos de ausencia.
Después crucemos todo el mundo despacito
con una mueca tierna y mundana;
resbalando y comprando medialunas en las paradas de ruta.
Ahí vienen los transportistas apurando el sol,
y los brillos de la mañana.
y besos en campo traviesa,
y la brisa fría
y la estima que se desvanece
cada vez que aparecen tus dientes
en una palabra
diseñada solo para mí.
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