lunes, 8 de septiembre de 2014

Moralidad Pública







Festejan
al equipo de la iglesia católica argentina.
En cambio, nosotros
y los otros nosotros,
mendigamos un juzgado de pares.
Lejos del perfume alto
y sus secretarios milagros,
lejos de la pirotecnia del perdón.
Mendigamos un juzgado de pares
implacable de ignorante.
Implacable
de borrachos solitarios
aplastados
en el frío terror del genio.
Señores, dicen,
les prometo que hasta hoy estuve perdido
y encontrado
cansado de tanta carrera
como la sangre de mi viejo en mí.
Hasta de mercenarios
piden la voz clara,
las paredes
y los ruidos de paredes
que son mi ciudad,
mi disfraz de olvidado,
mi amorcito periférico
anémico
inconducente.
Y otra vez
y otra vez
y otra vez
no es suficiente
ni el exilio.

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