jueves, 21 de febrero de 2008

Lunes, 28 de mayo de 2007.

Leer esto mientras se escucha:



Es irresponsable colocar una fecha en la cabecera de este texto si no existe una explicación coherente. Quiero que entiendan que no hay poesía en esto, no hay una explicación metafórica. Amanecí. Hoy fue temprano por cuestiones bancarias ¿Desde cuando este tipo de actividades protegen mis intereses estéticos? No lo se, quizás solo es una casualidad. Una linda-linda casualidad.
Desde mi cama, con los ojos aún adormecidos, pude ver el contraste de una pequeña burbuja blanca en mi camisa roja y azul. No era un gran contraste, ni una linda imagen. En ese momento me di cuenta de eso. Estaba nevando. Y aún ahora está cayendo nieve. Es impresionante. Otras veces he visto nevar en esta ciudad; pero nunca me causó tanta alegría como hoy. Me levanté entusiasmado y me vestí. Prendí el horno para calentar mis manos mientras me tomaba un té y comía un pan con dulce de leche y manteca. Todo pudo ser perfecto ahí; pero la casa permanecía dormida, en silencio.

Tengo tu voz,
tengo tu tos,
oigo tu canto en el mío.

Y, con su voz, Jorge me invitó a pasear por la ciudad. Solo. Tomé mis abrigos, otro par de medias, bufanda y a la calle. Escaleras abajo, pasillo, portón.
Desde cerca la emoción fue cada vez más grande, más tangible. Es, igualmente, un día gris. Uno de esos días que los poetas defenestran. Claro, era fácil para Blake odiarlos, el tenía nieve a diario. Pero no importa William, ni Londres, solamente importan los pequeños copitos avanzando como en manada por la calle Vicente Zapata, como irrespetando las señales de tránsito. Semáforo en rojo y la esperable muerte en un Citroen gris, muy moderno. “Voy a extrañarte copito” me atrevo a pensar. Solo para ese pequeño hay un adiós particular. Para todos los demás hay una despedida general, justo ahora que los últimos inadaptados caen lentamente, empujados de un lado al otro por un frío viento invernal. Este texto es una despedida-recordatorio-agradecimiento de un hermoso lunes a la mañana.

1 comentario:

Tomás dijo...

Cómo te atrevés a escribir cosas tan lindas así, de repente, sin previo aviso?. Me gustó demasiado, sobre todo si viene de un hórrido como vos (no me lo esperaba). La próxima vez que nieve te voy a ir a tocar la puerta de tu casa y vamos a despedir a todos los copos que se suiciden sobre la vereda. Lo prometo. Forro.