lunes, 18 de febrero de 2008

Para que no duela más




I

Tiene que existir una puerta que lleve al olvido. Una puerta grande con un llamador dorado. Y cuando una canción llega hasta ahí se da vuelta y, si alguien la mira, se despide moviendo su bracito amablemente. Mira de nuevo la gran puerta, la golpea muy fuerte y con el llanto en la garganta es bienvenida.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Te amo.

¿Te querés casar conmigo?