I
Tiene que existir una puerta que lleve al olvido. Una puerta grande con un llamador dorado. Y cuando una canción llega hasta ahí se da vuelta y, si alguien la mira, se despide moviendo su bracito amablemente. Mira de nuevo la gran puerta, la golpea muy fuerte y con el llanto en la garganta es bienvenida.
1 comentario:
Te amo.
¿Te querés casar conmigo?
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