lunes, 14 de junio de 2010


Soy testigo de mi propia muerte. La veo como una escena en el televisor, y escucho la banda de sonido, acordes gordos y brillantes. Veo un cigarrillo consumiéndose arriba de una mesa vieja, de una madera opaca, gastada en las puntas, gastada en los años. Hay silencio, a pesar de todo. Silencio de voces. Veo mi cabeza apoyada, la frente contra la mesa, y los brazos colgando. Veo el efecto desenfocado de mis ojos, y el gris de todas las cosas de los martes, de todos los días, que se atropellan por insultarme, por ablandar mi calma. Yo solamente quiero un té, una medialuna de manteca, algo de lo que reírme ¿Te conté la vez que conocimos el mar?


1 comentario:

Barrabasada dijo...

Es muy Bello Juan!
El final me hizo acordar a la vez que conocí el mar. Y me largué a llorar y te abrace.
Que gay.